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domingo, 31 de julio de 2016

RAINER MARÍA RILKE - CANCIÓN DE AMOR

¿Cómo sujetar mi alma para
que no roce la tuya?
¿Cómo debo elevarla
hasta las otras cosas, sobre ti?
Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido,
en un rincón extraño y mudo
donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse.

Pero todo aquello que tocamos, tú y yo,
nos une, como un golpe de arco,
que una sola voz arranca de dos cuerdas.
¿En qué instrumento nos tensaron?
¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido?
¡Oh, dulce canto!


***


Poema de Rainer Maria Rilke. (Praga, República Checa. 1875 – 1926)




(Pintura de Julio Romero de Torres, "Mujer con una guitarra)



OSCAR WILDE - LUNA

" ¡Oh, hermosa estrella de boca roja!
¡Oh luna de ceño dorado!
¡Elévense, elévense desde el sur oloroso!
Y alúmbrenle a mi amor su camino
Para que sus pequeños pies no se pierdan
¡En la colina ventosa y en el llano!
¡Oh, hermosa estrella de la boca roja!
¡Oh luna de ceño dorado! .."



Oscar Wilde (1854 – 1900) Escritor, poeta y dramaturgo irlandés.


(Pintura de Léon François Comerre, "Luna")

ALFONSINA STORNI - FRENTE AL MAR

Oh mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.

Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
«Piedad, piedad para el que más ofenda».

Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.

¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.

Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.

Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría…
Ah, yo soñaba ser como tú eres.

Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.

Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza.
¡Aire de mar!… ¡Oh, tempestad! ¡Oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.

Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y la equivoca;
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!

Vuele mi empeño, mi esperanza vuele…
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.



Alfonsina Storni. (Suiza, 1892 – Argentina, 1938)



(Pintura de John Lavery (1886)

sábado, 30 de julio de 2016

ANTONIO GAMONEDA - PAVANA IMPURA


I

Tu cabello en sus manos; arde en las manos del vigilante de la nieve.

Son las cebadas, la siesta de las serpientes y tu cabello en el pasado.

Abre tus ojos para que yo vea las cebadas blancas: tu cabeza en las manos del vigilante de la nieve.



II

Todos los árboles se han puesto a gemir dentro de mi espíritu al recordar tus bragas en la oscuridad, la luz debajo de tu piel, tus pétalos vivientes.

Atravesando los aniversarios, a veces viajan las palomas ebrias.

Venga desnuda tu misericordia, ah paloma mortal, hija del campo.



III

El mirlo en la incandescencia de tus labios se extingue.

Yo siento en ti grandes heridas y te desnudas en mis fuentes.

Se extingue el mirlo en las alcobas blancas donde soy ciego, donde, algunas veces, suenan en ti grandes campanas.



IV

Busco tu piel inconfesable, tu piel ungida por la tristeza de las serpientes; distingo tus asuntos invisibles, el rastro frío del corazón.

Hubiera visto tu cinta ensangrentada, tu llanto entre cristales y no tu llaga amarilla,

pero mi sueño vive debajo de tus párpados.



V

La inexistencia es hueca como las máscaras y su visión es lívida, pero tú oyes el grito de las madres del agua y acaricias los ojos que vieron la inexistencia.



VI

Nuestros cuerpos se comprenden cada vez más tristemente, pero yo amo esta púrpura desolada.

Ah la flor negra de los dormitorios, ah las pastillas del amanecer.



VII

Entra otra vez en las alcobas blancas.

Grandes son las jarras de la tristeza en las manos mortales.

Entra otra vez en las alcobas blancas.



VIII

Amor que duras en mis labios:

Hay una miel sin esperanza bajo las hélices y las sombras de las grandes mujeres y en la agonía del verano baja como mercurio hasta la llaga azul del corazón.

Amor que duras: llora entre mis piernas,

come la miel sin esperanza.



IX

Ha venido tu lengua; está en mi boca

como una fruta en la melancolía.

Ten piedad en mi boca: liba, lame,

amor mío, la sombra.



X

Llegan los animales del silencio, pero debajo de tu piel arde la amapola amarilla, la flor del mar ante los muros calcinados por el viento y el llanto.

Es la impureza y la piedad, el alimento de los cuerpos abandonados por la esperanza.



XI

He envejecido dentro de tus ojos; eras la dulzura y el exterminio y yo amé tu cuerpo en sus frutos nocturnos.

Tu inocencia es como un cuchillo delante de mi rostro,

pero tú pesas en mi corazón y, como una miel oscura, yo te siento en mis labios al ir hacia la muerte.



XII

Eres como la flor de los agonizantes

que es invisible mas su aroma entra

en la sombra nasal y es la delicia,

todo en la vida, durante algún tiempo.



XIII

En la humedad me amas

y eres azul en tus pezones. Hablas

suavemente en mis labios y regresas

a tu prisión en la melancolía.



XIV

Tu cabello encanece entre mis manos y, como aguas silenciosas, nos abandonan los recuerdos. Siento la frialdad de la existencia pero tu olor se extiende en las habitaciones y tu lascivia vive en mi corazón y entra mi pensamiento en tus heridas.



XV

Existe el mar en las ciudades blancas,

coágulos en el aire dulcemente sangriento,

sábanas en la serenidad.

Existen los perfumes inguinales, lenguas en las heridas femeninas

y el corazón está cansado.

Entra con tus campanas en mi casa, pastora ciega, sin embargo,

como si no tuviera la dulzura su fin aún en las ciudades blancas.




Antonio Gamoneda en Libro del frío, 1992




*.- Pavana Impura es un epígrafe dentro del libro del frío. La pavana es una danza española, solemne, como para viejos. Y aquí, en el libro, se trata del territorio del amor, de un milagro fundamentado en la obscenidad, de una salvación que tiene que ver con la ternura y la lascivia. No hay que asustarse demasiado de las palabras. 





(Fotografía de Man Ray "Laxitud", foto inédita de 1953)

ÁNGELES MASTRETTA - DESVARÍOS

Entre nosotros crece la ropa en las mañanas
se atraviesan mil veces los oficios
nos mueven los deberes
el futuro
las cosas.

Por si no fuera mucho alguien propone la medida
para que no te vayas
-dicen-
es necesario el regateo.
Pero tus manos son mi tiempo
y no quiero jugar a detener la boca y los abrazos.
Te irás más tarde
-dicen-
si encuentro la mesura
pero deseo tu cuerpo y este día
este preciso cielo
la película de hoy
la cama próxima
tu sudor y piel ahora en la tarde.

No voy a retener mis frases ni mi aliento
no me quiero tragar ni un poco de silencio
ni un solo de los consentimientos.

¿Por qué la luz a medias?
¿Para que no te vayas cuando te irás?
Nunca se mete el sol antes de tiempo
y se pone lo mismo en días nublados.
Yo quiero tu cobija hasta que quieras
te doy mientras
mis ansias, mis costumbres,
mis ruidos, mi placer, mi desmesura,
así no sentiré cuando te marches.




Ángeles Mastretta (Puebla, 9 de octubre de 1949) escritora y periodista mexicana



(Grabado: Gustave Courbet - La femme au perroquet, 1866)


viernes, 29 de julio de 2016

LAS HUELLAS DEL TIEMPO

Soy libre por decisión propia
por propia valía
ganadas en batallas medievales
o en tragedias griegas.
Ráfaga luminosa
desciende en la oscuridad
de mis tinieblas,
aclara mis pecados carnales,
convierte lo imperdonable en humano.

No soy Juana de Arco
ni la virgen María,
hembra, mujer,
viviendo el momento
ganando espacio a pasos pequeños
día con día.

Cada camino recorrido
se encuentra pintado en mi espalda,
caricias,
reclamos,
tempestades,
huella del tiempo
mutada en marchitas flores
o en conserva de maduras frutas.


Soy feliz a pesar de los daños ..




(Lina Zerón, poeta mexicana, 1959)

EL MAR DE MADRID


Estoy bien,
mejor que nunca,
aunque la vida me muerda
de cuando en cuando

Estoy bien tal como soy
¿No te parece increíble?
¡Cuánto dolor en las costillas!
¡Cuánto saltar ( mal) los charcos!
¡ Cuanto perdón a mis torpezas
para poder amarme
como me amo hoy,
con los brazos tan abiertos
que podría abrazar al mundo,
con la cara completamente limpia
de maquillaje!

Estoy bien
aquí sentada,
con las piernas “ a lo indio”
con la falda bien revuelta
y estas canas "enteradas" que le robé
a cada dolor
que fue necesario

Estoy bien,
¡Mejor que nunca!
en esta orilla del tiempo
donde te escribo
Aprendí a bailar el vals
sin romperme los tacones
y despeinándome lo justo
Y hoy ya ves,
Hoy ¡Ni me quejo!
Luzco hermosa los zurcidos,
los vestidos que me quedan
y esta corona de dudas
y este perfume a nostalgia
que me dejó el pasado



Hoy ya ves,
aún te recuerdo
mirando el mar en Madrid,
tan redonda en tus creencias,
con esas maletas hechas
en tus ojos caramelo,
tan lejos de mi y tan cerca
como si hubiese sido ayer
que compartiéramos el vino
y aquella ración de sueños
incomprensibles para otros


Sabes bien
-como yo sé-
que tú también
me echaste de menos
Y es que es difícil hallar
otro loco
en sintonía
con quien poder suicidarnos.





(Amaya Martin, poeta española. Pintura de József Rippl-Rónai)

INSOLENCIA

Jan Saudek



Insolencia, te declaro
te afirmo, te grito

seré cantante, loca, dibujante,
artista, escritora, siempre innovadora,
aplastante, mujer, libre, libertina y libertaria,
insolente, irreverente,
caminaré hacia el sol,
y cada día viviré
desde mí, para mí, este estar viva,
para hoy desde hoy y para siempre.


JULIO CORTÁZAR - BOLERO



Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.


Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.


Por ahí un papelito
que solamente dice:


Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.


Y este fragmento:


La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos


y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.."




*.- Un poema de Cortázar que se vuelve toda una declaración de intenciones.



(Fotografía de Flor Garduño, mexicana, de su serie "Mujeres fantásticas")

jueves, 28 de julio de 2016

SAMUEL BECKET

Diciendo una vez más
si no me enseñas tú, no aprenderé
diciendo una vez más, existe un último
atardecer de últimas veces.
Últimas veces de mendigar
últimas veces de amar
de saber no saber simular
Un último atardecer de últimas veces de decir
Si no me amas nunca seré amado
Si no te amo ya no amaré nunca.

Georges Platt Lynes, 1939
Un batir de palabras gastadas una vez más en el corazón
amor amor amor golpe de un émbolo antiquísimo
Moliendo el suero inalterable
De las palabras.

Una vez más aterrado
De no amar, de amar
Pero no a ti
De ser amado y no por ti
De saber no saber simular
Simular.

Yo y todos los otros que te amen
Si te aman.


MARIO BENEDETTI - LOS OJOS SUELEN DESMENTIR A LA BOCA

me consta y sé
nunca lo olvido
que mi destino fértil voluntario
es convertirme en ojos boca manos
para otras manos bocas y miradas

Todavía creo que nuestro mejor diálogo ha sido el de las miradas. Las palabras, consciente o inconscientemente, a menudo mienten, pero los ojos nunca dejan de ser veraces. Si alguna vez he pretendido mentir a alguien con la mirada, los párpados se me caen, bajan espontáneamente su cortina protectora, y ahí se quedan hasta que yo y mis ojos recuperamos la obligación de la verdad. Con las palabras todo es más complejo, pero aún así, si las palabras tratan de engañar, los ojos suelen desmentir a la boca.


Mario Benedetti, Terapia de soledad.



ANTONIO GALA - CÓMO RETUMBA AMOR, CÓMO RESUENA

Cómo retumba amor, cómo resuena
tu nombre, suelto en flor, por los collados:
su aletear de palomos azorados
ni el orden de la noche lo serena.

Cuánta luna y qué olor de luna llena
empapan con su lino los sembrados.
Brilla tu nombre en los desiertos prados,
y en el tobillo siento su cadena.


Vendrá la luz, regresará la hora
en que, abierta, la luz despavorida
vierta sonora sangre de granada.


Vendrá otra vez la sangre más sonora
golpeando en las llagas de la vida,
pero estará la vida ejecutada.




(Fotografía de Anke Merzbach)

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